domingo, 22 de febrero de 2009

La caída

Poco a poco desaparecía de su horizonte, y en esa curvatura comenzaban a definirse la tristeza y el dolor. Comenzó a sentir ese cosquilleo inquietante en la nariz, una especie de refrescante mentolado pero con una desagradable sensación que presagiaba lo que venía después. Ese cosquilleo que apuntaba su nariz hacia el cielo, delató la inversa sonrisa que dibujaban sus labios y cómo iba desencajándose la mandíbula, tanto que sentía que podría tocar sus rodillas con ella. El triste frescor de su nariz provocaba que sus mejillas se enfrentaran con sus ojos como una lucha por conseguir el territorio o, tal vez, por impedir un hecho inevitable. Los párpados arrugados contra sus mejillas temblaban y las manos se acercaban peligrosamente a la cara, mientras de su garganta comenzaba a salir un débil pero angustioso quejido. El suelo se hundía en sus rodillas y el cuerpo se volvía frágil cristal que se doblaba sobre si mismo. Se prendía, de dentro a fuera, un fuego que compungía el corazón y demás órganos vitales, extendiéndose desde el pecho hasta el cuello, arrancando un alarido por la boca y atravesando las fosas nasales hasta las pupilas ocultas tras la derrota. Ahí, en ese punto álgido del malestar y la tristeza; ahí, donde el adiós se vuelve más real que cualquier miseria conocida; ahí nacieron las lágrimas, que recorrían desde el cielo de su rostro hasta la tierra de su cuerpo olvidado.

3 comentarios:

  1. Una situación realmente triste y desgarradora, de algo que desvanece...
    Espero que no sea nada importante ni personal.

    Besos ladrón!!

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  2. Ojala fuese todo ficticio todo lo que cuento, ojala la tierra no sea más que un paradigma de ilusiones para los mortales, ojala el tiempo no sea más que el sustento de algo imperecedero, ojala las flores no marchiten en invierno y los árboles sean siempre perennes a los deseos, ojala vuelvan los ojos a brillar entre las palabras del poeta maldito por sus versos, ojala nos devuelvan los astros nuestro destino, perdido en las llanuras del ancho cielo, ojala no escribamos las canciones para los muertos, ojala seamos volátiles hojas entre el amor y el viento, para reconocer en nosotros que la vida es nuestro templo.

    Besos Sirena!

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  3. Ladrón, no vi este comentario...
    Acabo de pasar a leerte después de una larga ausencia en mis visitas generales...Fueron malas épocas para la sirena...
    Quisiera volver a escucharte en la noche, como hacia antes, porque me faltas...
    Cuando me robarás la luna para mi, eh?

    Un beso enorme, tan grande que te llene el alma!
    vuelve!

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