lunes, 14 de diciembre de 2009

Historias negras de días en blanco, I

-¿Viste el cadáver cuando cruzó la carretera?
- Era yo, idiota.
-¡Ah!- comentaban mientras bebían unas cervezas

El refugio estaba vacío mientras los dos guardianes se repartían las sobras de la cuadrilla. Un tanto rudos, bebían y se colocaban el paquete cada vez que veían pasar a un grupo de mujeres. Hoy no tenían cartas ni dinero para malgastar el tiempo en el sofá de la sala de guardia. Se debían tanto entre ellos que cada cual hubiese pagado la hipoteca del otro.

Pero comenzaba a refrescar y el porche no ofrecía ninguna seguridad ni abrigo, así que decidieron volver al interior, preparar unas tazas de largo y asqueroso café, calentar sus culos en la estufa y revisar de vez en cuando los controles y monitores. Estaban entrando cuando el ruido que se produjo en la parte de atrás de la plaza les alertó lo suficiente para abrir un código de emergencia. Tras avisar por radio a la central, se acercaron sigilosamente al lugar.

-¿Qué coño habrá sido eso?
-¿Para qué me lo preguntas si sabes que yo no tengo la respuesta?- le respondió el otro