lunes, 27 de febrero de 2012

El huevo y la gallina

Has visto tantos huevos que todos te parecen iguales. No te importa ni el tamaño ni el color. Pero una buena tortilla de patatas no la puedes hacer con cualquier clase de huevos.

Los huevos hay que palparlos, notar como en su interior se encuentra en buen estado la yema. La clara es un tema que no tocaremos. Mejor no tocar. Y, cuando llega el momento propicio, debemos romper la cáscara. Un golpe seco, ni muy flojo ni muy fuerte, y dejar deslizar ese viscoso contenido en un plato, ni muy llano ni muy profundo. Condicionantes para batir un huevo.

Ahora, cuando el huevo ya está en el plato debemos batirlo enérgicamente, hacer que quede espumoso y uniforme, sin grumos. Y con esta absurda metáfora despedimos este blog que cierra definitivamente para abrir nuevos proyectos, nuevas ilusiones, nuevos territorios,... O tal vez no. ¡Y un huevo!

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